domingo, 2 de noviembre de 2014

Travesía en la montaña. (A modo de Club de los poetas muertos)

En el infinito, no hay ruido.
¿Qué es el ruido? Un sonido que hace crujir el oído.
¿Hace frío? No lo sé.
Dicen que allí hay un grillo que cuida del nido.

Es sencillo, allí estás protegido una vez has subido.

Desde la cima, no hay calima. Solo viento que empodera el lugar.
No hay ruido, solo el viento que silba y reaviva el clima. 

Éramos varios. Queríamos subir el monte. El monte más alto. ¿Por qué? Porque era escarpado. Allí no había obstáculo alguno para poder ver el sol.
No fue fácil. Sin embargo, todo se lo llevaba la experiencia. La experiencia no se arrebata; es perecedera. Aquello que perece, permanece.

Nunca se olvida. La experiencia te cuida y merece ser memorable.

Es sencillo, estás protegido. Experimenta, porque la experiencia nunca se olvida. La experiencia es la madre de la ciencia. El aprendizaje que te cuida, te aporta maravillas. Y las posibilidades de encontrar maravillas son infinitas. Haz que tus días te aporten maravillas. Ya que el maravillarse es el motor del movimiento.

Gracias al movimiento, seguiremos escarpando montañas.