miércoles, 13 de julio de 2011

Amanece

Abres los ojos y ves que todo lo que rodea tu persona está envuelto en un verde intenso luminoso. No sabes que te deparará el día aún; piensas que ante la contemplación de aquello en lo que te encuentras rodeado encontrarás la esencia del día. Te inspira, cargas energías y quieres avanzar para observar más; degustar el ambiente poco a poco sin perder un solo detalle. No, no quieres perder un solo instante de detalle de verdor y mantienes los ojos bien abiertos; no quieres siquiera pestañear y, así no perder un solo, pequeño, instante de detalle.
Sopla la brisa de la mañana que es acompañante simbólico para despejar las ideas. Cierras los ojos al son de tus pasos que van avanzando progresivamente en el sendero y te evades. Entremezclas algunos pensares que florecen en tu conciencia  junto con aquellos momentos puntuales en los que el viento sopla fuerte. Ahí es cuando se produce un alto en el camino; es el momento en el que se produce un arrebato de conciencia: ves pero no procesas, piensas pero es solo viento, es nada, se va esfumando; solo quieres oír y sentir la brisa.
Sigues caminando y ni siquiera te das cuenta que llevas caminando todo el día porque lo que te envuelve te encanta, es simplemente placentero.

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