jueves, 15 de mayo de 2014

Lo absurdo del hábito


Cuando se trata de hablar de prácticas culturales, estamos hablando de cuestiones que están aceptadas, son conocidas y forman parte de las acciones son acostumbradas a llevarse a cabo por el grupo de personas que pertenecen a un lugar concreto. Sin embargo, ¿qué fue lo que condujo a que ciertas prácticas se hicieran costumbre y formasen parte de la Cultura de un lugar? Por ejemplo, el ir a comprar el pan a diario en España antes de la hora de la comida para tenerlo listo sobre la mesa cuando llega la mismísima hora de comer.
Cuando se habla de algo que automáticamente se hace sin pensarse por costumbre en la conducta, parece como que se está tratando un tema que es por descontado natural y normal. Simplemente se hace y listo. Pero a lo mejor, uno se pone a hablar con un chino o norteamericano y esta práctica que a un español puede parecerle absolutamente coherente y normal, estos forasteros simplemente concebirla como algo totalmente absurdo porque en la vida han realizado semejante práctica.

Si se busca un por qué científico se comenzó a hacerse esto o aquello, habría que indagar en la historia y entonces comenzarse a hacer un juicio epistemológico para resolver la cuestión que se está planteando. Aunque, para simplificar, simplemente podemos llegar a una conclusión más sencilla y rápida. Alguien tiene una idea y esa idea se va transmitiendo de persona a persona. Si se está hablando de algo que puede resultar atractivo, llama la atención, tiene éxito, va creando adeptos y comienza a ponerse en práctica dentro un grupo de personas, amigos o pueblo. Gracias a la movilidad que ofrece la vida mercantil, esa misma práctica de ir a comprar el pan se transmite al pueblo vecino y cuanto más guste, más efecto positivo de expansión puede provocar.

También es cierto que a veces determinadas prácticas culturales que hemos heredado de nuestros antepasados, no tienen porque tener una explicación de expansión y rutina tan bonitas. En las épocas mal dadas, muchas costumbres se adoptaban ya que no había más remedio, se adoptaron como rutina en la vida diaria, se han mantenido y no se han sustituido hasta lo que conocemos hoy día de la cultura a la que pertenecemos. Quizás, haya que tomar en consideración el que muchas de las prácticas culturales, sobre todo las más ancestrales, hayan mutado algo con el pasar de los tiempos y con ellos los sucesos de la civilización de la que en concreto se esté hablando.

La pregunta que se me viene a la cabeza en estos momentos es, ¿por qué acabamos adoptando rutinas? Se me ocurren un par de respuestas que podrían darle sentido a esta cuestión. 1.- Somos seres a los que nos gusta establecernos un orden en nuestras prácticas del día a día y la vida en comunidad. 2.- Nos gusta darle sentido a nuestras vidas de manera sencilla y rápida.
También existe la postura de ir en contra de la rutina y la tradición, ¿qué posición  tiene más sentido?

Vivir la rutina puede ser algo muy productivo, también acabar siendo algo aburrido. Vivir la no rutina puede resultar algo emocionante en un principio. También vivir en continuo des-hábito exige tiempo de pensar y esfuerzo, si uno quiere que esta continua improvisación anárquica sea una experiencia positiva, divertida y productiva.
El estilo de vida  que se practica hoy en día, en el que todo debe marchar rápido y eficientemente para llevarse un pedacito de comida a la boca, se requiere de tener el tiempo muy organizado, optimizado y acostumbrado, en su mayor parte. Creo que de ahí viene la práctica cultural en la se estila el que se regalen tantas agendas por navidades, -al menos en España. (quizás se utilicen más en el Norte que en la Península Ibérica)

En conclusión, dependiendo del estilo de vida que se quiera llevar. No veo absurdo ni el movimiento que va a favor de mantener el hábito cultural. Ni tampoco la contracultura ni el anarquismo. Todas las partes favorecen al crecimiento, (por la parte de la movilidad y cambios que ofrece la contracultura), y comprensión, (por la parte que ofrece la tradición cultural), de una sociedad. 
Aquello que nos choca, no lo comprendemos y por tanto lo calificamos de absurdo. Incluso, a veces algo que comprendemos lo podemos llegar a ver ridículo. Todo tiene sus aspectos útiles, justificados y con sentido y a su vez, absurdos dentro de una cultura como por ejemplo, por qué adoramos la imagen de un actor o cantante al que ni siquiera conocemos y prácticamente empapelamos las paredes de nuestra casa con su cara. Esta práctica cultural puede tener un sentido útil como es el de agradar a la persona que ha decidido recubrir su "templo" con la imagen de su cantante favorito y al mismo tiempo, ser completamente absurda y sin sentido para otra persona.  Lo que quiero decir es que todo puede tener sentido justificado y ser favorable en casos particulares, pero que si se sacan fuera de ese contexto particular comprendido en una línea de tiempo determinada, puede parecer ridículo y absurdo. Entonces, si se quiere evitar caer en la tentación de lo absurdo en la práctica cultural o contra-cultural, es importante es hablar de hechos dentro de un contexto, tiempo y lugar, y tratar de buscarles una comprensión. 



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